"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Opinión
LA RSE, un favor que las empresas se hacen a sí mismas
Por Luis Cayo Pérez Bueno, Presidente del CERMI
02/04/2014
Si hay un hecho singularmente reseñable en la realidad social de estos últimos años, es el proceso de convergencia que han experimentado las empresas y las entidades no lucrativas de iniciativa cívica. Esa convergencia de dos esferas, en principio, distintas y distantes, es lo que se ha dado en llamar Responsabilidad Social de las Empresas.
Las empresas se han hecho permeables a un entorno que no formaba parte de sus elementos constitutivos tradicionales, y no como sacrificio, cesión o renuncia, sino como un añadido aparentemente exógeno que agrega valor. Esta apertura de las empresas ha ido pareja al reconocimiento de las organizaciones no gubernamentales como parte legitimada e interesada para intervenir o al menos participar en el orden empresarial, influyendo en la toma de decisiones. La empresa deja de ser un ámbito de decisiones único, ligado a la propiedad o a la dirección, para pasar a ser un centro multifocal, en el que los grupos de interés -entre ellos, los movimientos sociales organizados- se revelan como contrapartes y se erigen en copartícipes.
En España, este proceso generalizado de Responsabilidad Social de las Empresas ha sido particularmente intenso en un sector de la acción social, a saber, la que tiene que ver con la discapacidad. Según las fuentes estadísticas disponibles, más del 40 % de la acción de las empresas en materia de Responsabilidad Social tiene como destino la discapacidad. Esto puede deberse, por una parte, a la importancia del tejido cívico de la discapacidad en España, que al actuar genera las condiciones para que la Responsabilidad Social se expanda en este campo; y, por otra, al menor desarrollo, en términos históricos y en comparación con otros países más avanzados, de la acción pública en materia de discapacidad, que deja un espacio más amplio a la iniciativa no pública, bien empresarial bien social, o mejor aún, a la confluencia de ambas.
Por suerte, existe ya mucho conocimiento y pericia sobre Responsabilidad Social Empresarial y Discapacidad. No hay excusa, pues, para que las empresas, sea cual sea su dimensión, no se animen a incorporar la diversidad humana que significa la discapacidad al núcleo de sus inquietudes, propósitos y anhelos. No contar con las personas con discapacidad, comportaría dar la espalda al caudal de talento que estas llevan consigo. Con la Responsabilidad Social, las empresas no prestan un favor a otros, se lo hacen a sí mismas.